Chile Seguridad 

Chile está perdiendo la batalla contra la clonación de datos personales

El crecimiento del ecosistema criminal digital, la falta de talento especializado y las brechas legales mantienen en alerta a las empresas chilenas. La figura del Ethical Hacker surge como un escudo clave frente a un enemigo cada vez más sofisticado.

Abril 2025.- Los ciberataques ya no son una amenaza futura. Hoy son parte del día a día de las empresas chilenas, y la clonación de datos personales se ha convertido en una de las principales preocupaciones. “Antes era más común ver casos aislados, pero ahora es parte de un ecosistema criminal organizado”, advierte Diego Millares, Head Tecnología e Información de Qibit, división especializada en talentos tecnológicos, de Gi Group Holding. “Las técnicas son más avanzadas, los ataques más dirigidos, y la exposición digital de las personas y empresas es cada vez mayor”.

En este contexto, los Ethical Hackers —expertos que simulan ataques reales para encontrar fallas antes que los delincuentes— se han vuelto indispensables. “Tener este tipo de perfiles es adelantarse a los problemas antes de que generen un daño serio en la operación o en la confianza de los clientes”, explica Millares. A través de técnicas como el pentesting, escaneos de sistemas y revisiones de código, logran detectar vulnerabilidades que muchas veces pasan inadvertidas hasta que ya es demasiado tarde.

Sectores como la banca, el retail, la salud y la educación son los más expuestos. “Manejan grandes volúmenes de información sensible y muchas veces no tienen las barreras suficientes para protegerla”, advierte el especialista. Y cuando ocurre una filtración, las consecuencias van mucho más allá de la pérdida de datos: se pone en juego la continuidad operativa y la reputación corporativa.

Pese a la urgencia, Chile enfrenta una importante escasez de talento en ciberseguridad. “La demanda por profesionales crece mucho más rápido que la oferta. Hoy encontrar perfiles especializados no es fácil”, señala Millares. Este déficit obliga a las empresas a invertir en formación interna o buscar talento en el extranjero, lo que ralentiza los procesos de fortalecimiento digital.

A esto se suma un marco regulatorio todavía débil. “Existen algunas leyes y proyectos en curso, como la Ley de Protección de Datos, pero todavía hay muchos vacíos”, comenta. Mientras tanto, las empresas deben tomar la delantera y reforzar sus propios sistemas de protección. Porque en un entorno donde un simple clic en un correo malicioso puede abrir la puerta al desastre, la prevención es la única defensa real.

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